Una nueva polémica ha sacudido la última semana el Dakar, a pesar de los esfuerzos de los organizadores del rally más importante del mundo para priorizar la seguridad y la preservación del medio ambiente por encima de otros aspectos.
Tres semanas antes de la largada de la quinta edición de la carrera sudamericana, el 5 de enero en Lima, Klaus Hönninger, director del museo Paleontológico Mayer Hönninger, situado en la capital de Perú, acusó a la prueba de haber causado el año pasado un daño irreparable en el desierto de Ica, donde se encuentra el mayor cementerio del mundo de fósiles del período del Mioceno.
Hönninger señaló que algunos pilotos no habían seguido el itinerario previsto en el libro de ruta y abandonaron toneladas de basura durante su recorrido.
Carlos Vildoso, director del Instituto Peruano de Paleontología, hizo unas acusaciones parecidas, pero después se retractó en una carta a la organización de la carrera en la que aseguró que sus palabras eran valoraciones totalmente personales.
En el documento, Vildoso señala que a los organizadores no se les puede imputar responsabilidades por lo sucedido con los restos paleontológicos.
Etienne Lavigne, director del Rally, negó categóricamente las acusaciones. Los recorridos en cada uno de los tres países (Perú, Chile y Argentina) han sido cuidadosamente estudiados y elaborados en colaboración con las autoridades y ministerios locales (Cultura y Medio Ambiente), y no pasaron por territorio protegido, declaró Lavigne a la AFP.
Una treintena de personas en vehículos 4x4 tienen como misión vigilar la protección ambiental y la recogida de residuos al final de cada etapa. Además, este año, una ONG peruana, Eco Playa, ha puesto a disposición a sus 200 voluntarios para ayudar a limpiar lo que deja el público, agregó el organizador.