El propietario de la escudería Red Bull, el multimillonario Dietrich Mateschitz, ha expresado hoy su malestar por la descalificación de Daniel Ricciardo en el pasado GP de Australia y por otras medidas tomadas por la FIA, a su juicio, perjudiciales para su equipo.
Aunque la sensación generalizada es que la FIA ha sido muy indulgente con el equipo Red Bull en los últimos años, parece que Mateschitz se considera una víctima y ha amenazado, incluso, con marcharse de la Fórmula 1. Sin duda, una buena forma de presionar a la FIA para que se pliegue a sus intereses.
Esto es lo que ha comentado el amigo Dieter sobre la descalificación de Ricciardo en el diario austriaco Kurier:
El hecho es que el sensor de la FIA ha dado valores inexactos desde que empezaron las pruebas de pretemporada y podemos probar que nuestros coches cumplieron los límites establecidos (de flujo de combustible)
Pero Dieter se va calentando (como los motores Renault en pretemporada) y acaba despotricando contra el organismo internacional:
Desde nuestra perspectiva hay un claro límite que no podemos aceptar. La cuestión ya no es si la Fórmula 1 tiene un sentido económico para nosotros, sino qué valor deportivo tiene y la influencia de la política en este deporte
Lanzada su amenaza de dejar la Fórmula 1, el propietario de Red Bull explica que no le gustan las últimas normas introducidas en el reglamento. Y aquí habría que decir que Mateschitz sí lleva algo de razón:
La Fórmula 1 tiene que volver a ser lo que ha sido siempre: la máxima disciplina del automovilismo. Y eso no tiene nada que ver con establecer récords de consumo de combustible, ni con que los coches pasen como un susurro. Es absurdo que seamos un segundo más lentos que el año pasado o que los GP2 sean casi igual de rápidos que nosotros
PD. Su rechazo a las nuevas normas es totalmente legítimo, pero amenazar con dejar la Fórmula 1 huele a medida de presión para que la FIA vuelva a plegarse a sus intereses.
